*Más de 40 años en la policía extorsionando a la tropa
*Es el único sobreviviente de la cofradía
*Ha sobrevivido al paso de 14 secretarios de la dependencia
*Mantiene en la nómina de la SSP a parientes, amigos y compadres
*Ya tuvo dos interinatos y también dice que a la tercera va la vencida
*STAFF SOL QUINTANA ROO/SOL YUCATÁN*
Ciudad de México.- Por enésima ocasión, un siniestro personaje de “La Hermandad” del extinto Arturo Durazo Moreno, pretende ser secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México y asume la titularidad interina de la corporación, por segunda vez, en espera de alcanzar su sueño de más de cuatro décadas: ser el máximo jefe de la policía en la capital del país.
Se trata de Luis Rosales Gamboa, único sobreviviente de la cofradía creada por el desaparecido Arturo “Negro” Durazo Moreno, que desde la década de los setentas ha visto pasar, pacientemente, a 14 titulares de la SSP, siempre a la espera de cumplir su sueño.
Esta vez, Rosales Gamboa, quien ocupaba el cargo de subsecretario de Control de Tránsito, es designado por el actual jefe de gobierno, José Ramón Amieva Gálvez, como coordinador operativo de la SSP y con ello asume de nuevo el cargo interino de responsable de la dependencia, hasta en tanto se determine quién ocupará la titularidad, tras la sorpresiva e inexplicable renuncia del licenciado Hiram Almeida Estrada.
Entre los nombres que se manejan como posibles sustitutos de Almeida Estrada, figuran: José Gil García, subsecretario de Información e Inteligencia Policial; Miguel Soria González, jefe del Estado Mayor Policial y el propio Luis Rosales Gamboa que ya ocupó hace cuatro años la misma posición, el interinato y que ahora, en la misma postura, acaricia de nueva cuenta su más preciado anhelo.
Luis Rosales Gamboa, es el único sobreviviente de la temible “Hermandad Policíaca” y segundo hombre en importancia, con mayor poder, dentro de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México y durante 10 días, del seis al 15 de diciembre de 2014, se sintió jefe máximo de la policía capitalina, cuando sustituyó fugazmente al también abogado, Jesús Rodríguez Almeida.
En aquella ocasión, como ahora, llegó a planear su futuro como secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México, para lo que sostuvo varias reuniones privadas con medios y altos mandos de la corporación.
Sin embargo la estrategia le resultó contraproducente, pues ante la posibilidad de que pudiera ser ratificado en el cargo, la tropa hizo llegar a la Jefatura del gobierno capitalino, el historial de “El Titino” como es conocido Rosales Gamboa y el 15 de diciembre de dicho año, a escasos 10 días de su interinato, se enteró que el nuevo titular de la SSPDF, sería el especialista en derecho, Hiram Almeida Estrada., que acaba de renunciar.
No obstante, como elemento disciplinado, dice él, sometido, replican sus compañeros, “El Jefe Apolo” (indicativo policial) se “cuadró” y regresó al cargo que tenía como subsecretario de Operación Policial, el área más importante de la SSP ya que dirige todos los agrupamientos policíacos y coordina todos los operativos en la Ciudad de México.
Así, pese a no haber asumido el poder absoluto, Luis Rosales Gamboa, siguió siendo el número dos dentro de la corporación, en la que “el entre” (añeja práctica de extorsión a la tropa), el nepotismo y la explotación, continúan vigentes a pesar de quejas, huelgas de hambre, inconformidades y denuncias formuladas por los mismos policías.
El 5 de diciembre, tras la destitución (disfrazada de renuncia) del abogado Rodríguez Almeida, como titular de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (ahora Ciudad de México), por los hechos del 20 de noviembre y uno de diciembre, cuya coordinación corrió a cargo, paradójicamente, de Luis Rosales, éste quedó como encargado de Despacho.
Fue entonces cuando asumió interinamente el mando absoluto de la policía y, dada su experiencia acumulada a través de más de 40 años de servicio y el paso de 13 secretarios, daba por hecho que el siguiente titular de la policía sería él y hasta hizo planes.
El amargo despertar vino sólo 10 días más tarde, cuando se enteró que tenía nuevo jefe, con el que tuvo que “alinearse” como lo ha hecho toda su vida.
Pero ¿quién es Luis Rosales Gamboa? ¿Cómo llegó a la policía? ¿Qué ha hecho para mantenerse dentro de la corporación durante más de 4 décadas y sobrevivir al paso de 14 titulares de la corporación?
Luis Rosales llegó a la entonces Dirección General de Policía y Tránsito, en la década de los setentas, gracias a la recomendación de su suegro, Pedro Luna Castro, alias “El Mocho”, quien era jefe de área y uno de los hombres más cercanos a Arturto “El Negro” Durazo Moreno.
Ello le valió comenzar no como policía “cuarterón”, como lo hacían todos los de nuevo ingreso, sino que fue colocado en un puesto administrativo, como jefe de almacén, en los sótanos de Tlaxcoaque.
A pesar de que era una posición aparentemente no productiva, el sagaz “Titino” encontró la manera de hacerlo redituable.
El modus operandi le resultó simple:
A los de talla 40 y calzado del 8, les daba talla 34 y zapatos del 5 y a los de talla pequeña, a la inversa, de tal suerte que si querían ropa y zapatos adecuados, pues tenían que “entrarle”; la “mordida” entre los mismos uniformados, era, cuando menos, de un “ciego”, 100 pesos.
La estrategia dio tal resultado que se volvió común ver un casco de granadero sobre el mostrador, donde los solicitantes ya sabían que tenían que echar sus 100 pesos, sin chistar, ni averiguar nada, sólo así había ropa y calzado a su medida.
Ello no sólo en cuanto a uniformes, ya que en el almacén se manejaban refacciones, implementos, armas, cartuchos, vales para gasolina etcétera, etc., por los que también había que pagar, lo que hizo que tan modesto cargo se volviera sumamente cotizado.
Después y ya con hombres bajo su mando, aleccionado, claro está, por altos jefes que ya habían formado la cofradía policíaca, entre ellos su suegro Luna Castro, aprendió nuevas “estrategias”.
Algunos de los primeros integrantes de “La Hermandad” fueron: David León Méndez, Darío Chacón Montejo, Rodimiro Ruiz Rodríguez, Faustino Delgado Valle, René Monterrubio López, Santiago Tapia Aceves, Rafael Avilés Avilés, Rogelio Herrera Pérez, Federico Balderas Portillo, Marco Antonio del Prado, José Luis Sánchez Amaya, Enrique Pérez Casas, Ignacio Flores Montiel, Fidel Medina Herrera, Carlos Calderón Cadena, Francisco Romero Mauricio, Pedro Hernández Leyte, Javier Osorio Rivas, Emmanuel Lima, Angel Vilchis, Javier Orozco Paz y Víctor Manuel Juárez Sierra, entre otros.
Muchos de ellos se retiraron sin que jamás se les hubiera molestado, los menos terminaron en la cárcel y otros ya fallecieron.
El mudos operandi de “La Hermandad Policíaca” era y es, extorsionar al subalterno, a la tropa, al policía de menor grado, cobrarle por todo; patrullas, motos, grúas, armas, uniformes, combustible, refacciones, turnos, vacaciones, permisos, arrestos, cruceros, zonas productivas y la exigencia de una cuota diaria para “poder salir a trabajar”.
Empero, su poderío e impunidad estaba ¿o están? Fincados en una alianza al estilo de la mafia siciliana.
La gran mayoría de los jefes policíacos se aliaron para protegerse entre sí, desde el máximo líder, Durazo Moreno, hasta el jefe más modesto. Cuando alguno de ellos ya era insostenible por sus fechorías, era suspendido o cesado y, en algunos casos, hasta preso, los demás miembros de hacían cargo de todo.
Desde el pago a los mejores abogados hasta la manutención de la familia del “hermano caído en desgracia” y lo cuidaban hasta que finalmente salía de los problemas o de la cárcel. No fueron pocos los que tuvieron que ser restituidos luego de haber sido despedidos de la corpopraciòn o incluso, encarcelados.
En ese entonces el incipiente “hermano” apenas comenzaba, pero según sus maestros, ya pintaba como buen prospecto y así lo demostró, pues a diferencia de sus colegas él si supo ser disciplinado, mostrarse duro e implacable con los de abajo y sumiso y servil con los de arriba.
Protegido siempre por Luna Castro, su cargo como jefe de almacén duró solo unos meses, después lo colocó como supervisor administrativo de los entonces elegantes “tamarindos”, donde las ganancias y reparticiones ya fueron mucho mayores.
Y en una carrera meteórica, repentinamente, sin haber pasado siquiera por la Academia de Policía, fue convertido en jefe de sector, luego jefe de región con varios sectores a su cargo, más tarde como supervisor en jefe del personal operativo y así, vertiginosamente, escaló cargos hasta llegar a subsecretario y después, tras el cese de Rodríguez Almeida, a la ansiada titularidad de la SSPDF, aunque de manera interina y sólo por unos cuantos días.
En el camino quedó Durazo Moreno, los generales Ramón Mota Sánchez y José Domingo Ramírez Garrido-Abreu, el político Enrique Jackson Ramírez, David Garay Maldonado, Rodolfo Debernardi, René Monterrubio López, Rafael Avilés (otro interino), Alejandro Gertz Manero, Marcelo Ebrard Casaubón, Joel Ortega Cuevas, Manuel Mondragón y alb, Jesús Rodríguez Almeida y ahora Hiram Almeida Estrada.
Pero no fue necesario que llegara a la cúspide para convertir la corporación en una agencia de colocaciones o, mejor dicho, en una casa de beneficencia para familiares, amigos, compadres y demás.
Su hermano, Felipe Rosales Gamboa, ha estado involucrado en investigaciones por delitos federales.
Javier González del Villar, ex director de Asuntos Internos de la Secretaría, denunció hostigamiento en su contra y acusó directamente a Felipe de amenazarlo.
Felipe, fue cesado en 2008 y 2013 en la misma SSDPDF, perteneció a una banda de robacoches, de acuerdo a las acusaciones de José Luis Mendoza Prado, quien fue policía por más de 40 años.
Aseguró que el 23 de enero de 1998, en las inmediaciones del Bancomer de Plutarco Elías Calles y Eje 6 Oriente, en la colonia Militar Marte, detuvo a Felipe Rosales Gamboa y a Rubén Omar Cano, quienes formaban parte de una banda de ladrones de coches.
Tripulaban la camioneta placas 833HWS, con sirena y altoparlante, reportada como robada y con documentos falsos; ambos dijeron ser agentes federales y le ofrecieron 100 mil pesos a Mendoza Prado para que no los detuviera pero los detuvo y remitió.
Diez años después volvió a encontrárselos, pero ya no como delincuentes, sino como altos mandos de la policía, “yo no los reconocí, pero ellos a mí sí y me la cobraron”.
En esa red de protección, al estilo de “La Hermandad” que ha tejido Luis Rosales Gamboa durante décadas de protección, complicidades y corrupción, Martín Manzo Estrada ha sido una pieza fundamental para el acomodo de amigos y familiares en puestos clave.
En conjunto, los familiares del subsecretario (hermano, yerno, cuatro primos y cuatro sobrinos), llegaron a recibir un sueldo mensual de 463 mil 812 pesos; los salarios por laborar en el área que Rosales dirige desde 2012, van de 23 mil pesos hasta 94 mil pesos.
Sobre “El Jefe Apolo”, cuyo salario es de 98 mil 901 pesos mensuales, pesan diversas acusaciones que van desde corrupción, extorsión, protección a delincuentes y nepotismo, pero ninguna ha prosperado.
En la cuestionable trayectoria del hombre “que se cuadra al mando”, según sus allegados, destaca el linchamiento de tres federales en Tláhuac, lo que le costó el puesto como jefe de la policía a Marcelo Ebrard Casaubón. El operativo fue ordenado por el entonces presidente Vicente Fox, Quesada y el ejecutor fue Luis Rosales Gamoa, quien siguió firme en su cargo.
Otro de los operativos en el que “El Titino” tuvo activa participación, fue el del antro News Divine, donde murieron 12 jóvenes, lo que provocó la renuncia de Rodolfo Félix Cárdenas como procurador de justicia y de Joel Ortega Cuevas como secretario de Seguridad Pública, además del encarcelamiento de Guillermo Sayas González, quien era coordinador de la UNIPOL, pero “El Jefe Apolo” se mantuvo en su puesto y las acusaciones en su contra fueron archivadas.
También tuvo responsabilidad en el operativo del 20 de noviembre del 2014, por detenciones arbitrarias y en las acciones del 1 de diciembre del 2015, durante las protestas por la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como presidente de la República, pero quien pagó los platos rotos fue Jesús Rodríguez Almeida.
En la procuraduría capitalina se hallan “congeladas” denuncias de “cantonazos” (asaltos a domicilios particulares por policías vestidos de civil), bajo el argumento de denuncias ciudadanas por narcomenudeo, en las que aparecen nombres de varios de los allegados al jefe “Apolo”.
Emulando a su suegro, Pedro Luna Castro, Rosales Gamboa también acogió bajo su protección a su yerno: Édgar Bautista Ángeles, al que designó en el 2016 como director general de la Policía Auxiliar, aprovechando su cargo como subsecretario de Operación Policial. de la dependencia, durante la gestión de Jesús Almeida.
El pariente político de Rosales Gamboa, que ahora tiene bajo su mando a 20 mil elementos, aproximadamente, estuvo inmiscuido en una denuncia penal por abuso sexual y robo, en agravio de una pareja de la diversidad sexual, hechos que quedaron asentados en la averiguación previa FSP/B/T3/2370/07-10.
La denuncia no prosperó porque los afectados fueron intimidados y se rehusaron a comparecer para ratificar su acusación, por lo que se decretó el no ejercicio de la acción penal y la denuncia se envió a la reserva, pese a las evidencias del caso.
Cuando Manuel Mondragón y Kalb fue secretario, Bautista Ángeles tuvo tropiezos en los sectores Nápoles y Narvarte, en la delegación Benito Juárez, pues los resultados en el combate a la delincuencia fueron magros, lo que le costó su remoción, pero su suegro lo convirtió en uno de sus principales brazos operativos, en una de las zonas más lucrativas en términos de corrupción: director general de la Zona Centro y fue cuando surgieron innumerables quejas por abuso policial contra el ambulantaje que no formaba parte de los grupos que protegía.
Pero no nada más protegió a su yerno, sino también al hermano de éste, Isaías Bautista Ángeles, al que acomodó como jefe del sector Ángel, en la Zona Rosa.
Con el secuestro y muerte de los 13 jóvenes del Bar Heaven, cuando la procuraduría capitalina comprobó que uno de los oficiales de Isaías, Edgar Gutiérrez Vera, participó activamente en el acto criminal y se corroboró la relación directa con el grupo delictivo “La Unión”, Rosales Gamboa tuvo que removerlo, pero no lo dio de baja.
Es un secreto a voces que al menos 10 familiares del llamado “Jefe Apolo”, así como amigos y compadres, ocupan cargos directovos de mediano y alto nivel en la SSP..
Ahora, con la repentina renuncia de Hiram Almeida y su designación como coordinador operativo de la SSP, de nueva cuenta Rosales Gamboa retoma fuerza y renacen sus aspiraciones de ser el máximo jefe policiaco de la CDMX, lo que mantiene en la zozobra y el temor a los más de 80 mil elementos que conforman la corporación, entre preventivos, bancarios y auxiliares.
Aunque una verdad es innegable: la mafia sigue ahí, “La Hermandad” nunca se ha ido desde hace 43 años y ahora, amenaza con apoderarse por completo de la institución.
sábado, 7 de julio de 2018
SOBREVIVIENTE DE “LA HERMANDAD” ¿NUEVO SECRETARIO?*
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